Momento de reflexión a los motores del cambio en una Sociedad Organizada


He decidido escribir estas líneas con el propósito maestro de solicitar un momento de reflexión a los motores del cambio en una Sociedad Organizada.    Al respecto, los jóvenes doctos y bien dotados son capaces de generar fuentes nuevas de trabajo y de debate regular y sostenido de modo de consensuar ideas, pensamientos y modelos que permitan a los integrantes de la nación tomar el camino del crecimiento y del respeto por sigo mismo y sus semejantes.
Hemos tenido la oportunidad de informarnos con respecto de catástrofes del siglo en curso, en los cuales los civiles se enfrentan a las reformas económicas que se imponen desde grupos de poder socio-económico, lo cual no puede ser confundido con el poder intelectual.   A decir verdad, sí ambos poderes se combinaran en forma armónica y se sumase la componente de equidad y solidaridad, entonces estaríamos en condiciones de enfrentar el futuro.  Los más ancianos, tendríamos la oportunidad de disfrutar nuestros últimos años de vida, con aplomo, temple y tranquilidad.  Tal vez, podríamos decir que hemos cumplido con nuestra misión en el tiempo en el cual hemos estado en este mundo.
He escuchado a tantas personas que sienten estados regulares de depresión y angustia, por cuanto sí bien es cierto que no somos un país en vías de desarrollo (estamos en plena involución de principios, conductas y con un micro-economía cada día más injusta), también no es menos cierto que son tantos los que desean progresar y ayudar a sacar a este país del “pozo de oscuridad en el cual se encuentra sumido”, por estas extrañas fuerzas exógenas y endógenas.  Al parecer todo tiende a salir de su estado de equilibrio, lo cual nos sumerge en un sub mundo virtual en el cual prevalece lo etéreo y superficial.
Desde pequeño escuchaba a mi padre (QEPD) decir: “la comida es lo primero”, “el trabajo dignifica”,…y, tantas otras frases que vuelven a mi unidad central de proceso en forma incesante y con alarmas de prevención, tal cual son las así llamadas alertas tempranas.  Esto no debe ser confundido, una vez más con los llamados “botones de pánico”.   Una sociedad atemorizada es sinónimo de debilidad e involución, en consecuencia somos nosotros junto a nuestros hijos, nietos y bisnietos los cuales debemos ser parte de la solución y no así del problema.
Me parece impresentable, el escuchar como nos hemos ido desorganizando en una suerte de “dividir para gobernar” con personas que aspiran al poder político, en algunos casos sin convicción alguna solo como una forma de disponer de un “trabajo”.  Este no es el tema, los desórdenes son equivalentes al “caos y a la mirada equivocada de la sociedad frente a tantos problemas”.  De esta forma, resulta imperativo crear espacios de debate ilustrado basados en Centros de Estudios Públicos y/o Organizaciones Neutras en las cuales solo sea necesario disponer de buenas ideas y compartirlas.
Produce desazón ver tristeza en los más jóvenes, los cuales ante “pedazos de alegría disgregados en un éter denso y amorfo”, son inducidos a caer, una y otra vez en aquellas causas que producen estos problemas.  Chile no es no un país de caudillos, se requiere estudio y amor por las personas con el propósito de entregar y dar hasta que duela.   No debemos dar aquello que nos “sobra o que no ocupamos”, siempre lo opuesto debemos dar lo mejor de nosotros sin buscar acomodos y excusas que, alguien nos va a “robar” la idea.  ¿Cuál idea?   Sí este conjunto está oculto y, no se divulga entonces nunca existió.  Los verdaderos pensadores y creadores de bienes nuevos con estricto apego al medio ambiente y sus regulaciones, son personas simples de una vida aún más simple, los cuales buscan y buscan un horizonte de verdad, justicia y amor hacia sus semejantes.    Sí las personas no comparten estos pensamientos entonces no puedo decir “nada que hacer”, deberé robar tiempo de mi horario de descanso e intentar dialogar con ellos de modo de construir y buscar los consensos que se requieren.
A mi edad, cercana a los 62 años no se dispone de tiempo para superficialidades y desórdenes emocionales, como tampoco para juegos banales.  La trivialidad, la falta de coherencia y de pensamiento crítico debe ser desterrada de nuestras vidas, no obstante siempre existirá tiempo para escuchar y aconsejar, siempre y cuando este consejo sea solicitado.